La historia comienza en septiembre de 2020. Un año antes (2019) me embarco en hacer maletas y marcharme a vivir experiencias a Reino Unido, es allí donde me pilla la pandemia. Decido quedarme en Leeds, pensando que lo que estábamos viviendo era pasajero, que pasaría en pocas semanas y todo volvería a la ‘normalidad’. Resultó ser algo más complicado y a pesar de vivir el confinamiento mejor de lo que esperaba, echaba de menos mi tierra y mi familia.
Me sentía perdida profesional y personalmente, así que, por recomendación de mi hermano me conecté a una charla que organizaba el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández (UMH) sobre emprendimiento con esperanzas de avivar algo dentro de mi, de ilusionarme y quizás embarcarme en algo.
La verdad que la charla no tenía la temática que esperaba escuchar y mi idea inicial de posible negocio (consulta de nutrición y dietética) se esfumó entrando otras relacionadas con el mundo de la innovación en la alimentación. Elegí Ké Water desde el principio, en ese momento, sentada en mi escritorio dónde tantos días conectaba con familiares y amigos, donde hacía ejercicio en 15m2, donde leía, pensaba y pasaban las horas durante la pandemia, ahí surgió todo.
El kéfir de agua era una bebida fermentada que siempre había estado en casa, formando parte de nosotros, de nuestra familia. Una amiga de mi madre nos lo donó junto con el de leche para mejorar nuestra salud. He de reconocer que siempre me parecieron raros los gránulos pero a la vez bonitos.
La cosa no quedó en esa idea sino que siguió hacia adelante. Seleccionaron el proyecto para participar en la 'Maratón de creación de Start-ups de la UMH'. El equipo del Parque Científico me ayudó a plasmar esa idea, a desarrollar, a dirigir hacia dónde queríamos ir y qué camino elegir. Tras pasar la primera fase, abandoné mi trabajo en Leeds para dedicarle todo mi tiempo a ese plan de empresa, para conseguir que la idea se pudiera hacer realidad, y así fue. En Abril de 2021, después de mucho trabajo, recibí la noticia de que el proyecto había sido uno de los ganadores. Os aseguro que fue uno de los momentos de mayor felicidad y adrenalina que he sentido en mi vida, estaba entre dar saltos de alegría o que me saliera el corazón por la boca, me sobraban metros en esa habitación para rebosar de energía.
Junio de 2021, hacemos maletas, volvemos a Altea (Alicante), y la aventura continúa…